Conozco a este pequeño monstruo peludo que empieza a asomar las orejas. Lo puedo ver venir, quizás porque lo conozco demasiado bien, porque de una manera u otra, siempre está presente. A veces, si me concentro, puedo olerlo y es un olor amargo y metálico. Sin embargo, otras veces intenta engañarme, se esconde y casi acabo creyéndolo, creyendo que se ha ido.
Pero no es verdad. No es verdad. Él nunca se va, él siempre está aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario