Maldijimos tantas ciudades a nuestro paso,
Que nuestros gritos aun retumban en sus esquinas.
Nos odiamos tanto en ellas y tan rápido
Que ahora son sólo la tumba de nuestra historia.
Ojalá nos hubiéramos querido con la misma intensidad con que nos enfadábamos.
Y, sin embargo, a pesar de eso, jamás, jamás pensé
Que llegaría un día, que llegaría el día,
En el que escucharía tu nombre y nada asomaría a mis ojos ni a mis labios,
Y diría tu nombre y sabría a pasado
Y diría tú nombre...y ya no sería tu nombre.
Nunca creí que llegaría el día,
Pero ha llegado
(Y nisiquiera recuerdo cuándo fue la última vez que hablamos).
Y me asomo al precipicio como quien se asoma al final de un mundo plano,
Estoy sentada en su borde,
Con una libreta en mis manos,
Una lista en mente
Y una sonrisa en los labios.
Lo siento por ti,
Porque los dos nos hemos olvidado,
Pero me recordarás cada vez que te muestres ante el espejo del baño.