¿Y si hago como que me emborracho
Para poder decirte todo lo que pienso, cuando pienso en ti?
¿Y si hago como que me emborracho
Para poder decirte todo lo que pienso, cuando pienso en ti?
Como cuando alguien ya casi inerte,
casi rendido, casi ido, inesperadamente
boquea, coge aire y abre los ojos de repente.
Así fue cuando me aparté de tu lado,
así como me desperté de esta pesadilla
y tal que así volví a la vida,
llenando los pulmones de aire
los labios de ganas y los ojos de risas.
Así fue cómo salí de un entorno laboral tóxico
que durante algo más de un año
me quitó de todo un poco,
cada hora de cada día de cada mes,
poquito a poco, poquito a poco
hasta sumergirme en un letargo oscuro y viscoso.
Pero aquellos que no me tuvieron en cuenta
tampoco tuvieron en cuenta...
la llama que siempre arde, que ilumina, que caldea,
la llama que, en tu descuido, prendió fuego de dentro hacia fuera,
la llama que inundó todo con su luz,
la llama que arrasó todo con su fuego.
Y al final, cuando me creías hundida,
resurgí de mis cenizas, envuelta en llamas,
como un Ave Fénix incandescente.
PDTA: No te deseo el mal,
tan sólo que recibas en la vida
justo aquello, justito eso que tú das.
Adiós.
Fíjate de la intuición,
que grita mediante los pellizquitos en las entrañas.
Son los ojos de todo aquello que no se ve.
La prudencia en cada frase,
la educación, que es casi lo mismo,
los ojos bonitos, que me dices que tengo,
o esas piernas rotundas e infinitas.
La sonrisa que se alinea,
o las primeras arrugas,
que no fume, que no beba,
que mi droga sea tu risa,
la física, la química,
o la magia del encuentro,
todo da igual, al final no importa,
sea como fuere, por más que lo intente,
nunca soy el amor de tu vida.