sábado, 8 de diciembre de 2018

Dejé de buscarte

Dejé de buscarte en mis reflejos,
Perdiste el pronombre posesivo con el que acompañaba todas esas palabras con las que me refería a ti,
Dejé de llamarte por tu nombre delante de todos,
Y de "Él" pasaste a ser solo "él" (como el general que de pronto vuelve a soldado raso),
Dejaste de encabezar mis poemas con tus ojos
Y ya no espero cada día ver algo que me demuestre que aún me buscas.
Porque yo ya no te busco, no te pienso, no te nombro,
Porque ya no creo en las causas perdidas,
Porque dicen que alguien no muere hasta que no la olvidan,
Y dejar de pensarte es mi venganza.

Descansa en paz tu recuerdo.


domingo, 11 de noviembre de 2018

”Mi Capricho”

“Mi capricho” no eran los ladrillos, la piscina ni el camino asfaltado según girabas y atravesabas la cancela verde. “Mi Capricho” no era la casa ni los árboles, ni los arriates llenos de flores. “Mi Capricho” era cada uno de nosotros, cuando estábamos juntos, como los engranajes de un reloj que sólo funciona con todas las piezas. “Mi Capricho” eran las cenas de verano bajo la pérgola, los tomates aliñados con ajito, las berenjenas fritas, las acedías. “Mi Capricho” era una puerta siempre abierta, a cualquiera que pasara por allí, para cualquiera que quisiera entrar allí y de donde nadie salía sin una sonrisa. “Mi Capricho” eran naranjas aliñadas y aceitunas ralladas y paquetes de pipas Kelia de 2 duros viendo “Verano Azul”. “Mi Capricho” eran desayunos en la cama, historias de tu infancia, dormir con la tita. “Mi Capricho” eran cajas de regalos en los arriates, la mañana de reyes, eran celebraciones y eran poquinos y continentales. “Mi Capricho” eran mañanas de sábado en el rastro de Sanlúcar, era Diana, Eros, Chiqui, los patos y las cabritas. “Mi Capricho” eran tardes en la copa en invierno y noches de charlas bajo la morera. “Mi Capricho” eran los abrazos de mi abuela, atardeceres en paz, flotadores hechos de ruedas y disfraces. "Mi Capricho" era un océano infinito y sólo los que lo conocimos, sabemos la suerte que tuvimos. 

“Mi Capricho” era amor y era familia, porque era el núcleo de todo y para todo.
“Mi Capricho” era aquel lugar donde te arropaba el cariño y te envolvía y te sentías a salvo.

Ahora “Mi Capricho” está en el cielo y yo sé que nos espera con la mesa puesta.
Hasta que volvamos a vernos.

martes, 6 de noviembre de 2018

Llegas a casa...

Llegas a casa.
Y está vacía.
Y está oscuro.
Y hace frío.
Y llamas a voces,
Pero no hay nadie,
Nadie contesta, nadie abre.
Porque por dentro
Ya no queda nadie,
Porque esa niña -mi niña interior,
La que tanto luché porque viviera-
Se ha marchado con vosotros,
Porque no se puede ser niña
Sin tus abuelos,
Porque ha querido irse a vivir noches de verano,
Navidades y cumpleaños.
Porque es el trozo que os habéis llevado con vosotros,
Porque sin ella sólo quedo yo,
Vacía, a oscuras y en silencio.

Por siempre, para siempre...



Os quiero, ahora y siempre, por siempre, para siempre.
Porque me niego a hablar del amor en pasado,
Porque en algún momento volveremos a encontrarnos,
Y entonces necesitaré un tiempo infinito para devolveros todos los besos que os guardo.
Sé que volveremos a vernos.
Hasta entonces, hasta pronto, os quiero (con toda mi alma).



lunes, 5 de noviembre de 2018

Domingo de Noviembre

Mañana me levantaré y será domingo, domingo 4 de noviembre y estará nublado y yo me haré una bolita en la cama con el edredón, agotando hasta el último momento antes de ponernos en marcha hacia nuestra tradición de los domingos.
Y entonces iremos a Sanlúcar y nos esperaréis, sobre todo tú, hasta ver aparecer el coche azul por la cancela verde. Primero me dirigiré al sillón amarillo y te besaré y tú me besarás con esos besos ruidosos de abuela. Entonces, iré a buscarte y estarás barriendo las hojas del porche, mientras a tu paso, van volviendo a caer, y te daré besos y te rascaré la espalda y tu dejarás de barrer un segundo y dirás “ahí, ahí”. Y no hará falta nada más. Y entonces seguiré besándoos a todos, a todos, uno por uno, sin dejarme a nadie atrás: a ti, frente a ella en el porche, vigilando a los dos (a vosotros dos), tú haciendo chinchar a tu hermano, tú preguntando qué hay hoy de comer, de merendar, de cenar, a ti, en el portátil en la mecedora (y te meterás conmigo, pero me dará igual), a ti, que me llevarás a ver los gatitos nuevos y, al pasar por la cocina, me enseñarás la fuente de boniatos (“te los ha hecho la abuela, porque sabía que venías”).
Estamos todos. No falta nadie.
Y me sentaré al solito. Y tú te sentarás enfrente suya, muerta de frío, a contarle sobre tu semana y tú bajarás a coger naranjas y mandarinas. Y en algún momento, entre todo eso, apareceréis vosotros (y entonces, sí estaremos todos) y tú te sentarás junto a ella en otro sillón amarillo y hablarás de la boda, en pasado o en futuro o le pedirás “abuela, cuéntanos historias” y dentro, cerca de la butaca, en la mesa de madera, tú corregirás exámenes mientras él, mientras espera el almuerzo, colorea junto a ti.
Y todos irán y vendrán, cada uno con sus cosas, en un lento bullicio de los días en que no se hace nada. Y desde mi silla al sol escucharé el tecleo, las hojas rozando el suelo al ser barridas, el pitido de la olla a presión en la cocina, algún coche lejano en el camino. Y me llamarás “mi mocita” mientras me coges la mano y cuentas historias.
Mañana será domingo, 4 de noviembre de hace muchos años y estaremos todos juntos en el porche, en la silla amarilla, en la butaca, barriendo, correteando. Y no nos daremos cuenta de lo afortunados que somos, pero no nos dolerá nada, no nos pesará nada, nada nublará nuestro recuerdo de tristeza. Qué felicidad tan grande aquella que pasa desapercibida, qué felicidad tan plena aquella en la que nadie nos falta y nadie nos sobra. 

Mañana, ya mismo, será domingo 4 de Noviembre.
Lo tengo todo preparado (besos, abrazos, sonrisas), estoy deseando volver a veros.


lunes, 3 de septiembre de 2018

Si somos lo que comemos

Si somos lo que comemos,
yo quiero comer estrellas,
quiero comer luz,
quiero comer estelas,
podría comerme un arcoiris,
podría comer tormentas.
Si somos lo que comemos,
quiero ser un rayito de sol
devorado por cada poro de mi cuerpo,
quiero ser un girasol que gira
dándole la espalda al sol,
girando con luz de luna.
Si somos lo que comemos,
yo quiero comerme tu risa
para convertirme en ella,
¿Y si me como tu ira
Para despojarte de ella?
si somos lo que comemos,
me pregunto qué he comido
y en qué me he convertido...


jueves, 9 de agosto de 2018

No esto, sino aquello

No es tristeza,
Es melancolía,
Es añoranza,
Es nostalgia
(Con sus idas y venidas,
Con tus idas y venidas).

No es tristeza,
Es "desacostumbranza".


lunes, 6 de agosto de 2018

Todo lo que quiero

Escaparme a la playa.
Y un helado paseando por el río.
Y Estrenar mi juego favorito.
Y Hacer la maleta. Y marchar a Madrid.
Y Tacharlo todo de mi lista.
Y Recuperar mis palabras, que están atascadas, escondidas, jugando al pilla-pilla.
Y Las llaves de mi nuevo piso.
Y Este iPad.
Y Que las abarcas dejen de dolerme en los pies (porque me las ha regalado quien más me quiere).
Y Encontrar mi sitio en esta ciudad, en este lugar.
Y Un tatuaje que lo contenga todo.
Y Nunca olvidar la voz de mi abuela. Su risa.
Y Nueces, anacardos y cacahuetes.
Y Noches de estrellas donde nadie me encuentre.
Y Encontrarme a mí misma.
Y No convertirme... en una persona... gris... más.
Y Ser capaz de llenarme de todos los colores.
Y tener mi propio kit de “playera” (sombrilla, esterilla, toalla, chanclas, nevera).
Y Hacer el camino De Santiago.

Y Acabar todo lo que he empezado.
Y que todo sea, no antes, sino en el momento indicado.
Y acabar todo lo que he empezado.
Y quedarme a cero, para poder empezar de nuevo mil veces más.



sábado, 14 de abril de 2018

No voy a pedirte nada...

"No te voy a pedir que me des un beso.
Ni que me pidas perdón cuando creo que lo has hecho mal o que te has equivocado.
Tampoco voy a pedirte que me abraces cuando más lo necesito,
o que me invites a cenar el día de nuestro aniversario.
No te voy a pedir que nos vayamos a recorrer el mundo,
a vivir nuevas experiencias,
y mucho menos te voy a pedir que me des la mano
cuando estemos en mitad de esa ciudad.
No te voy a pedir que me digas lo guapa que voy, aunque sea mentira,
ni que me escribas nada bonito.
Tampoco te voy a pedir que me llames para contarme qué tal te fue en el día,
ni que me digas que me echas de menos.
 No te voy a pedir que me des las gracias por todo lo que hago por ti,
ni que te preocupes por mí cuando mis ánimos están por los suelos,
y por supuesto, no te pediré que me apoyes en mis decisiones.
Tampoco te voy a pedir que me escuches cuando tengo mil historias que contarte.
No te voy a pedir que hagas nada,
ni siquiera que te quedes a mi lado para siempre.
Porque si tengo que pedírtelo, ya no lo quiero."

Frida Kahlo

Oculto

¿Querías que escribiera?
Aquí está. Oculto.
Para que nadie más sepa...





domingo, 11 de febrero de 2018

Querida abuela...

Querida abuela,

Me pregunto cuántas veces necesitaré comenzar a escribir esto antes de sentir que merece la pena ver la luz, porque no es la primera vez que lo intento, porque parece que te has llevado mis palabras contigo y que ahora apenas nada de lo que digo tiene sentido.

Llevo días queriendo escribir(te), pero por dónde empezar a contar lo que significa(ba)s para mí, lo que he perdido contigo y el trozo inmenso de felicidad que nunca voy a recuperar. Porque no te marchaste sólo tú, te llevaste contigo el nosotros que éramos como familia, el nosotros juntos que ya no volveremos a ser, no al menos de aquella manera, con el sabor de esos domingos de primavera, de comida familiar, de barbacoas, de postres sorpresa con los que acabar de asegurarte que no nos íbamos de tu casa con hambre, nunca jamás. 

No sé cómo empezar y no sé si algo de esto tendrá sentido, pero quiero que sepas, y esta es la única manera que se me ocurre, que nunca voy a olvidarte, que siempre te quedarás conmigo, porque a cambio te has llevado un trozo de mí. Porque siempre me decías "...eres carne de mi carne y sangre de mi sangre..." y ahora mi carne ya no sonríe en mis labios ni en mis ojos ni en ninguna parte de mí. Porque no te harías una idea de lo vacío que ha quedado todo sin ti, porque el vacío que has dejado lo toca todo y lo vuelvegris.

¿Y sabes qué? que por mucho que escuche "es ley de vida", por mucho que lo viera venir, no hizo que el golpe fuera menos duro. Ni siquiera consiguió que se hiciera un poquito más fácil, porque qué cínico es pensar que vamos a querer menos a alguien por el simple hecho de saber que envejece, que se marcha. Porque fuiste una mujer luchadora, trabajadora, familiar y con valores. Porque tu mesa siempre estaba puesta y la puerta de tu casa abierta, a cualquiera, a cualquier hora y no sólo les llenabas el estómago hasta asegurarte de quedar hartos sino que nunca se marchaban con las manos vacías: un poco de vino, naranjas, higos, aceitunas, almendras... o una sonrisa en los labios.

Por eso te quiero (y no hablaré jamás en pasado) y porque te quiero, nunca olvidaré tus ojos "de soldadito" desde la ventana cada domingo al llegar a "Mi Capricho", tus besos, tus boniatos y tus flanes, tus anécdotas de la niñez de las tres generaciones y mis veranos de la niñez contigo, los tuppers que me enviabas cuando hacías comidas que me gustaban y ese día no había ido, tus jazmines en la mesita, tus cruces de caravaca, tu "mi princesa de los mares", tu insistirme en que no perdiera más peso ("esta niña es tonta ¿qué más quieres perder?"), la puerta de tu casa siempre abierta, la alegría de tu voz cuando supiste que había encontrado trabajo ni el tono al decirme "qué guapa estás" en esos días de hospital, el bollo de queso y pavo en la sandwichera que me preparabas para cenar o el bocata para el cine de verano, ni olvidaré tu bata color berenjena ni tus pendientes de oro, cuando me acariciabas la mano, cuando me contabas lo fea que era cuando nací, cuando me decías "si tú no me quieres" sólo para escucharme decirte que sí, tu pasión por las aceitunas con pan, el helado de turrón y tutti-fruti, tu montoncito de pastillas en la mesa, el vaso de cristal hasta arriba, tu olor a limpio, tus lágrimas al pensar en el tito, los mimos, los besos (insisto) y lo mucho que me querías.
Porque soy incapaz de pensar que cada domingo ya no nos esperas detrás de los cristales en tu silla amarilla, ni en la copa junto a la ventana, como desde siempre durante toda mi vida.
Que te echo tanto de menos que ni siquiera puedo llorar,
que te quiero tanto que prefiero engañarme creyendo que aún no te fuiste, en cuerpo, de nuestro lado,
que me da miedo enfrentarme a tu ausencia y que, llegue cuando llegue ese momento de conciencia, necesito que me pille protegida con tu recuerdo. 


Siempre contigo,
tu nieta que te quiere.