jueves, 31 de marzo de 2016

miércoles, 23 de marzo de 2016

El corazón

El corazón no está hecho de hueso,
de piedra,
de metal,
sin embargo, si prestas atención,
si paras un segundo,
el segundo exacto
y escuchas,
también puedes escucharlo romperse.

Márchate

Vete tú, que yo no puedo.
Márchate de mi vida, pero no mires atrás,
porque si lo haces, me verás mirándote y,
quizás, sólo quizás -y de esto no estoy del todo segura-
tampoco seas capaz de marcharte.
Y sigamos aquí, estando sin estar,
mirándonos sin vernos,
tocándonos sin sentirnos.
hablando por hablar.

Vete tú, por favor, márchate.
Es lo último que te pido.


¿Y si cambiamos el mundo? - Reflexión





Traducción:

lunes, 21 de marzo de 2016

Una cosa peor...

Hay algo peor que no hablar con esa persona
a quien tanto echas de menos.
Hay algo peor, tan sólo una cosa 
o quizás dos.
Hablar con esa persona
a quien tanto echas de menos
y que sea como hablar
con cualquier otra persona.

Vergüenza Ajena I

A veces el ser humano me da vergüenza ajena. Sólo a veces, pero cuando ocurre, el regusto amargo me dura lo suficiente. No utilizaré la palabra "demasiado" porque es precisamente eso lo que me hace, racionalmente, rechazarlo y no creo que nunca me acostumbre a la actitud de los que me producen esa sensación y ese regusto. Dicho sea de paso, no quiero acostumbrarme.

Por eso, preferiría ser cualquier otra cosa que persona, para poder hablar en tercera persona sin sentirme por ello aludida. Por desgracia o por suerte, soy lo que soy, cada cual es lo que cree conveniente y luego está ese grupo de personas que a mí me da vergüenza ajena.

Entre estos últimos se encuentra el famosísimo en redes sociales Álvaro Reyes. Y este se lleva una gran porción de mi vergüenza ajena (espero que no acabe con los depósitos que contenga, sea cual sea la medición que yo misma pueda tener del mismo). Y, por si no lo conocéis, paso a haceros un pequeño resumen, para que os asqueéis conmigo. Álvaro Reyes se dedica (no sé si como actividad principal o para sacarse un dinerillo) a dar cursos para hombres de (lo que él entiende como) seducción. Éstos cursos no son ni más ni menos que un compendio de consejos machistas que dicen cosas así como “Las mujeres, como cientos de veces he dicho, son emocionales [...] no utilizan la lógica”, "Muchas mujeres no saben ni lo que quieren. Es tu trabajo mostrárselo", "No esperes su permiso, siéntete con derechos para hacer lo que quieres. Pedir permiso es síntoma de inseguridad", entre otras muchas perlas.

Pero yendo aún más lejos, en uno de sus vídeos explica de manera implícita que la manera de acabar con cualquier tipo de relación con una mujer es dándole una paliza. También aconseja a sus alumnos a parar a cualquier chica por la calle e intentar besarla (obviamente, sin su consentimiento) e, incluso si se resisten, insistir y acosar hasta conseguirlo. Y que si una mujer te dice que no (a un beso, a un paseo, a sexo) no significa "no", es que a veces "dicen no para no parecer fáciles" y sólo hay que insistir hasta la saciedad.

Y así es como el mundo se va un poco a la mierda. Porque el problema no es sólo que existan seres (desisto en llamarle persona) que opinen que puedes hacer lo que quieras con una mujer porque sus "No" no significan "no", sino que además tienes derecho porque tienes que enseñarles lo que quieren, porque tienes que imponerte, porque las mujeres buscan un líder al que seguir. El problema, como digo no es sólo ese, el problema es que si sigue haciendo esos cursos es porque hay demanda de un público masculino que confía en que esta es la manera de hacer las cosas (sino, no se gastarían los 300€ que cuesta el curso) y que legará su forma de actuar con las mujeres a su descendencia (ellos para mandar, ellas para obedecer al líder).

Y lo peor de todo es que a pesar de la apología a la violencia de género que hace y la apología al acoso y la violación, esta persona aún no haya sido penada por la ley, aún incurriendo con sus palabras y acciones en la ilegalidad.

¿Qué más hace falta?

viernes, 18 de marzo de 2016

Finales

Antes de que acabe el fin de semana,
antes de que acabe el invierno,
antes de que acabe marzo,
aún no lo tengo claro,
te escribiré por última vez,
dejaré caer la tapa del libro
al que no le quedan más hojas que pasar.

jueves, 17 de marzo de 2016

Brindemos

Un brindis por esas palabras que en tus labios sabían diferente.
Como "he venido para quedarme".
Como "Por siempre, siempre".
Como "Nunca me voy a rendir".
Como todas esas otras cosas que no diré, porque son tuyas y mías.

Un brindis por todas esas promesas lanzadas al aire
que sonaban genuinas,
y no dudo que lo fueran,
pero se parecían más a pompas de jabón,
tan bellas, tan vulnerables,
que a cualquier contacto de nuestros meñiques,
acababan por desvanecerse en el aire.

Un brindis por todos aquellos momentos que me hicieron plantearme
que eso era lo que yo quería, y de verdad lo quise,
para cada noche/mañana/tarde de mis días
del resto de mis días.
Y me vi envejecer y te vi a mi lado.
Y las arrugas importaban menos.

Un brindis porque antes de que todo se torciera,
me quisiste tal cual, sin cambiar un ápice de mí
y me hiciste sentir la persona más diferente del mundo.
Porque antes de que todo se torciera,
me mirabas con esos ojos que tenían el brillo
que tienen cuando se mira algo por primera vez.
Y tú, que siempre tenías ese brillo,
porque siempre parecía el primer día, en esa plaza,
mientras fuera se congelaba el tiempo y las briznas de hierba.

Un brindis por sacar, a veces lo mejor de mí,
otro brindis por sacar lo peor.
Y eso no es del todo malo, porque me enseñaste
donde estaban mis límites a ambos extremos,
a cercar justo el límite, justo donde, un centímetro más lejos,
habría perdido la cordura.
Y no importa si me refiero al extremo del bien o del mal.

Un brindis por ser el primero y el último,
por tener el primero y el último,
por vivir el primero y el último
de un amor como este.

Un brindis. Por ti, por mí.
Brindemos, hasta olvidarlo todo.


miércoles, 16 de marzo de 2016

Tesoros del tiempo

El comienzo de la primavera, en tres días.
La madrugá, en ocho días.
Nuestros dos días de Feria, en 30 y 31 días.
La Batalla de los Gallos, en 59 días.
Mi último día de curso, en 76 días.
Tu cumpleaños, en 103 días.
Mi cumpleaños, en 125 días.
Tu último día de Academia, en 127 días.

Los días que quedaban entre medio no eran más que tiempo,
pero cuando cualquiera de esos días llegue... 
esos... esos habrían sido los verdaderos tesoros del tiempo.





Será que...

Cada día me escribiré en un papel todo aquello que quiero contarte.
Y te lo contaré en susurros, cada noche, antes de dormir.
Sé que cuando empiece a dejar de querer contarte todo lo bueno (y lo malo) que me ocurre, el día que deje de llevar ese papel conmigo más por necesidad que por querer,
será que te esté olvidando,
será que se está acabando,
será porque ya no importe.

Pero para eso, aún queda mucho.

lunes, 14 de marzo de 2016

Mi número favorito

He contado los días desde que te conozco.
Desde hoy, 808 será mi número favorito.

Buscándote

Entro buscándote.
Buscando una foto, piraustas, por siempre.
Entro buscando algo a lo que aferrarme, sabiendo que no queda nada.
Entro buscando tu foto.
Y ya no está.
Ni tú.
Ni las alas quemadas de una mariposa.
Hace tiempo que ya no, aunque nos empeñásemos en que aún sí.
Y quedarán todos esos poemas huérfanos, a medio escribir,
todas esas servilletas de bar que no garabatearemos.
Y esas risas que ya no comparten el mismo oxígeno
y esas lágrimas que ya no comparten el mismo ritmo de una canción.
Me voy porque tengo que hacerlo,
porque hace tiempo que tenía que haberlo decidido,
porque aunque lo decidí no tuve las agallas de arrancarte de mi pecho.
Me voy porque me marcho, porque ya no puedo, porque ya no queda,
y corro a refugiarme en el silencio que lo rodea todo desde que ya no...
y corro a refugiarme en el abismo que ahora todo lo empequeñece
y corro a refugiarme dentro de mí misma,
que es el único sitio donde aún me siento a salvo.

Entro buscándote
(una palabra, una imagen, un sonido).
Pero ya no estás.

lunes, 7 de marzo de 2016

A mi madre.-

A veces en la vida, en esos pequeños momentos de lucidez del embotamiento de la rutina, en esas pequeñas treguas de monotonía, nos damos cuenta que, a las personas que más importantes nos son, esas que están ahí cada día, es justamente a quien menos tiempo les dedicamos, a quien menos cuidamos. Supongo que la falsa seguridad de que siempre estarán "ahí" nos hace verles como esa planta eterna que ni siquiera necesita regado ni abono. 
Y eso es porque somos imbéciles y nos empeñamos en no dar prioridad a las cosas/personas importantes de la vida, tan seguros que nos sentimos de su naturaleza perenne. Y a veces ocurre que los años pasan y es entonces, demasiado tarde, que queremos en un día deshacer todo el tiempo perdido, retomarlo, aprovecharlo y hacer felices a esas personas.
Es justo por eso que hoy escribo esto: no porque sea tarde, ni porque quiera recuperar el tiempo perdido, pues aún no se agota, sino porque hoy no quiero motivos ni excusas, aunque utilice tu cumpleaños como una.

Hoy, que cumples años, que no tengo nada más entre mis manos vacías que esta felicitación, vengo a decirte todo aquello que siempre guardo, todo lo que en algún momento siempre quiero decir pero que, siendo como soy, siempre callo:
... gracias mamá, porque gracias a ti, soy quien soy.
... gracias, porque me alimentaste, mantuviste limpita y cuidaste de mí cuando yo no podía hacerlo.
... que, aunque a veces tengamos nuestras diferencias, sé que en el fondo sólo quieres lo mejor para mí.
... que, de ti he aprendido sobre bondad, sobre moral, sobre las cosas que no son cosas y que más merecen la pena.
... que ojalá que encuentres la manera de vivir para siempre, porque no me imagino que llegue el día que ya no estés ahí.
... que, lo creas o no, eres la mejor madre del mundo.
... que nuestros días de Rebajas y McDonalds no los cambio por nada, aunque luego me duelan los pies tres días.
... que (y esto te gustará), no aparentas los equistantos que cumples.
... que siempre, siempre, siempre estaré aquí, pase lo que pase.
... y que te quiero aunque nunca te lo diga, porque las cosas importantes me cuesta expresarlas con palabras. Pero es así.







domingo, 6 de marzo de 2016

Jirones

Intento escribir sin saber, sin sentir si he vuelto. Intento escribir desde la distancia que me provoca mi necesidad de protegerme. Parece que las palabras, incluso ajenas, en el exterior duelen más. Parece que si salen de tu boca, de tus dedos, de tus ojos, duelen más. Parece que en el interior están a salvo y son menos reales, más controlables, más maleables. 
Pero dentro te destrozan, te carcomen, te van devorando con mil dientes y arañándote con patas de mil garras, hasta hacerte el alma jirones. Y al final no sabes si prefieres que las verdades que no quieres enfrentar te devoren por dentro o te deshagan por fuera.