viernes, 28 de febrero de 2014

Crueles

La estufa me calienta las plantas de los pies.
Estoy tumbada en el sofá, el portátil en el regazo.
Llevo puesta mi sudadera azul de emoticonos y el gorro me recoge el cabello.
Y entonces, recuerdo, te recuerdo, frente a la puerta de tu coche, aparcados frente al Chino Gigante, justo antes de entrar a buscar moldes. El 15 de febrero de 2014. Ahora, todo se me antoja una nebulosa de algo que nunca llegó a pasar. Quizás nuestros momentos vividos no sean más que los sueños de dos desconocidos, que nos eligieron como títeres para escribir con nosotros la historia que les hubiese gustado vivir y no pudieron, por alguna razón.

En cuyo caso, qué cruel me parecerían ambos.
Qué crueles.

Game Over

Dolor de Cabeza

Son días extraños. Un poco más de lo normal, creo. La verdad es que hace ya mucho tiempo que no me sentía así. Supongo que años, aunque a mí me parezcan... siglos... Y el dolor de cabeza constante -supongo que producido por la falta de azúcares (y la falta de ti)- sólo disminuye a fuerza de Ibuprofenos 600 que caen sobre estómagos en semi-ayunas. Entonces llega el malestar estomacal. Y la próxima vez intento forzar el estómago comiendo algo para evitar el malestar de los químicos. Y comer sin hambre, me da fatiga. Y hay que elegir cuál de los tres males es menos malo, elegir con cuál quedarme.

O quizás lo que me produzca dolor de cabeza es que he dejado de creer. De creer en ti, de creerte. Y por eso, ya no creo en nosotros. Y casi, casi, creo un poquito menos en mí. Aún no me creo que todo haya tomado este camino, áun no sé en qué momento tus ojos dejaron de verme. Fue entonces cuando mi incredulidad y mi decepción se llevaron lo que sentía por ti (todo excepto el dolor). Y ahora te veo, escucho tu voz, veo tus fotos... y no sé quién eres y qué haces aquí. Me suenas, te pareces a alguien a quien creí conocer, pero que se marchó hace ya muchos días (que parecen siglos). O quizás, nunca existió. Quizás esas miradas, esos suspiros, esas sonrisas fueron sólo el telón de fondo de este teatro de la que no fui la única espectadora. Y he empezado a odiar los cacahuetes, los cafés con leche, las pestañas a las que pides deseos que nunca se cumplen, las agendas y sus secretos, el color turquesa en ondas, los textos que hablan de ti, los serranitos, Porzuna, el tequila rosa, el IKEA, las estrellas desde el mirador, mi mantita para el frío, las maratones de cine, las brújulas marcando el norte, los aparcamientos del parque y los pasillos del chino gigante.

Pero sobre todo, odio - y me duele - profundamente darme cuenta que he sido una idiota.
No debí creer que la gente cambiaba. Casi nadie lo hace. Por más que nos esforcemos en pasar la misma página una y otra y otra y otra vez. Al final, la tinta de esa la página, de tanto tocarla, se nos queda adherida a los dedos y toquemos lo que toquemos, vamos manchando de letras.
Y, mientras el dolor pasa y consigo olvidar que formabas parte de mi vida, de mis proyectos y de mis ganas de comerme la vida, de hacer bombones, de enfrentarme al pánico de las agujas de tatuar, de ir a Cádiz y Granada, de ganarte en los juegos de cartas, de hacer apuestas, de planear cumpleaños, primaveras, veranos y otoños... mientras todo eso ocurre, yo seguiré buscando la canción perfecta que consiga decir lo que parezco incapaz de articular. Porque sigo siendo aquella mariposa, pero esta vez... esta vez he de luchar contra el fuego que me quemaría hasta volverme cenizas.

"Ojalá pudiera volver a verte, ojalá hubiera podido despedirme de ti" 

jueves, 27 de febrero de 2014

"El café de los corazones rotos"

"Mi madre solía decir que el amor nunca se malgasta, aunque no te lo devuelvan en la misma medida que mereces o deseas.
- Déjalo salir a raudales - decía -. Abre tu corazón y no tengas miedo de que te lo rompan. Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra." 

"El café de los corazones rotos" - Penelope Stokes.

lunes, 24 de febrero de 2014

La chispa

Ya no soy tu Siempre.
Ahora soy, con suerte, tu A veces.
Pero podría ser incluso peor
(aunque ahora mismo, no se me ocurre cómo).
Porque tus ojos me miran sin verme.
Porque tus sonrisas se espacian cada vez más.
Porque ya no se nos pasa el tiempo volando.
Porque ya, ni siquiera nuestra conjugación
hace que seamos capaces de olvidarmos del resto del mundo.
Dentro de mí nunca se apagó la chispa,
aunque momentáneamente dejara de brillar.
No puedo decir lo mismo, sin embargo,
de la chispa que brillaba entre los dos.
Me di cuenta que se ahogó, falta de aire
el mismo día en que intenté recordar
cuándo había sido la última vez que apareciste,
por sorpresa, en mis días,
que me diste un beso furtivo en la mejilla
o que ordenaste con tus dedos los pelitos de mis cejas
y... no fui capaz.

miércoles, 19 de febrero de 2014

No es lo que tenía pensado

Media hora sobrepasa la medianoche. Como la espuma del café que rebasa la taza inesperadamente. Esa que se recoge con la cuchara y sabe dulce. Al contraste de lo amargo, lo poco dulce incluso empalaga. El cabello cae despeinado sobre mis hombros, pero decido dibujar el contorno de mi cabeza, sujetándolos - incluso a los más alborotados - dentro de una gomilla. A mi derecha, el libro electrónico, con su salvapantallas gris de lo que cabe entender son - irónicamente - lápices de colores, parece recordarme que "Jesús me quiere" (David Safier) espera, pacientemente, en el 37%. Y yo pienso que eso sea probablemente más que un solitario grano de arena, me da igual de la playa a la que pertenezca e incluso, su color y textura. Porque hoy, justo antes de que un gran nubarrón tapara momentáneamente el sol, algunos mares y sus costas, se secaron un poquito.
Y, mientras escribo, me doy cuenta que no pensaba escribir hoy.
Porque el portátil descansaba resignado a la indiferencia temporal. Pero entonces una canción ha saltado en mi cabeza y he tenido que buscarla y escucharla y escucharla y volverla a escuchar. Y, de pronto me he dado cuenta que si bien ninguna de esas canciones son mías, durante un momento me pertenecen. Durante un instante, soy yo la que las canta en los escenarios.
Y mientras escucho las canciones a media voz de Andrés S., acepto tu reto leído entre líneas, escondido en esas palabras que resuenan en mi cabeza, aunque tú me las dijeras sin voz, aunque me las dijeras en silencio. Tienes razón: ya sé lo que tengo que hacer.


lunes, 10 de febrero de 2014

Películas de Enero

1.- Carmina o Revienta (2012)
2.- El Hobbit, un Viaje Inesperado (The Hobbit: An Unexpected Journey, 2012)
3.- El Hobbit: la Desolación de Smaug (The Hobbit: The Desolation of Smaug, 2013)
4.- Promoción Fantasma (2012)
5.- Doce Años de Esclavitud (12 Years a Slave, 2013)
6.- Django desencadenado (Django Unchained, 2012)
7.- In Time (2011)
8.- Número 9 (9, 2009)
9.- Si yo Fuera Rico (Ah! Si j'étais riche, 2002)
10.- Vals con Bashir (Waltz with Bashir)

domingo, 9 de febrero de 2014

Un grano de arena

"Siempre he presupuesto - y comprobado en los peores momentos - el poder sanador de la escritura. Y pasan los días y, sin embargo, no encuentro nada que decir, nada que añadir a la extensa lista ya de cosas que he dicho, mas ni siquiera la mitad de las que quedan por decir. Pero no sé como retomar la pluma que entinta a través del mecánico teclear de mis huellas." (19 de enero)

Fuera llueve, la lluvia golpeando con furia los cristales de mi ventana, el viento arremolinado queriendo entrar, moviendo triunfal las cortinas. A través de las ventanas. A través de la persiana. He vuelto a casa, feliz de que a la semana apenas le queden dos horas de vida. Temiendo que la que viene, sin embargo, sea peor -aunque ésta ha dejado el listón alto.
Quizás no debería haberme bajado del coche.
Quizás debería haber mirado hacia atrás.
Quizás debería haber silenciado mis pensamientos o elegir otras palabras, yo que sé.
Quizás debería haberte pedido que te quedaras, un rato más.
Sin embargo, tu "adiós" dejaba poco margen de interpretación a tu deseo de no estar allí.
O mejor dicho, de no estar conmigo.
Y, siendo justos, tampoco tengo claro cómo me sentía estando allí.
O mejor dicho, como me sentía estando contigo

Supongo que, a veces, las palabras son insuficientes, cobardes testimonios de una situación que necesita algo más. Porque si no se tiene la llave, en el fondo da igual cuántas vueltas le des a la caja,
intentando abrirla. No sirven ganzúas, tarjetas, radiografías ni horquillas. 
Supongo que me da miedo que mi nunca se convierta en mi a veces.
Supongo que me da miedo que tu siempre se convierta en tu a menudo.
O, peor aún, en tu de vez en cuando.
Y suponiendo, me quedaré dormida, intentando borrar de mi memoria tu ausencia,
intentando borrar de mi mente la idea de que para solucionar los rozones causales
quizás no sea suficiente un grano de arena.


sábado, 8 de febrero de 2014

Carita de idiota

Esta noche,
que no te tengo cerca,
beber a morro
de mi reusada botella de agua
de la que bebiste
hace tan sólo unas horas,
será lo más cerca
que esté de tus labios.
Esos que ahora
echo tan terriblemente
en falta.
Porque me sigues
debiendo besos.
Besos que,
cuando caen en el estómago
protegidos por el agua,
hacen cosquillitas
al navegar
y dejan carita
de idiota.
Lo cierto es que
quiero tener cara de idiota.
Echo de menos
tener cara de idiota.
Pero sólo
idiota si me besas.
Y no me importa.
Creo que empiezo a entender
a Marwan y su Carita de tonto.


lunes, 3 de febrero de 2014

Mi Nunca

Yo, tu siempre.
Tú, mi nunca.

La ciudad más bonita del mundo

Sólo hay algo peor que la indiferencia.
Y es la incertidumbre. La incertidumbre prolongada. La incertidumbre que salta sobre tu estómago y apenas te deja coger aire, cuando necesitas suspirar para aliviar la angustia que te va llenando de negro por dentro.
Para la incertidumbre, a veces, sólo queda la espera.
Para curar la incertidumbre, a veces, sólo queda la acción.

Hacer algo.
Hacer cualquier cosa.
Hacer el cambio.
Dejar la zona de confort.
Lanzarse al vacío.
Sin paracaídas.

Y echaré tantas cosas de menos.
Muchas más, cuando sabes que no volverás a saborearlas, tocarlas, mirarlas durante un largo periodo de tiempo. Más, cuando se está lejos y el tiempo parece chicle que se empeña en unir un momento a otro, sin dejar una pausa, un momento, un instante para pensar en todo aquello que se queda atrás.

Echaré de menos tus tardes de verano y tus noches. Y tus mañanas, también.
Echaré de menos los ratitos de playa en tus costas.
Echaré de menos conducir, sin prisa, con el volante a la izquierda por el carril de la derecha.
Echaré de menos tus tortillas de patatas, tus croquetas, tus aliños y tus meriendas "sorpresa" en Sanlúcar.
Echaré de menos a Zoe y Nube. Y sus constantes piares quejosos. Alegres. Remarcando su presencia.
Echaré de menos los farolillos, los gofres, el alvero y los lunares.
Echaré de menos el puente de Triana que siempre veo mientras paso en el autobús.
Echaré de menos volver a casa al final del día. Mis cosas a mano. El olor del detergente.
Echaré de menos Mercadona, los Cacahuetes, la Choza y su tarta de queso.
Echaré de menos cumplir todos los planes que me esperaban para llenar de luz mis días en tus calles.
Echaré de menos los abrazos cálidos, las fotos de dos y las charlitas en el coche.
Pero, sobre todo, echaré de menos estar en casa, sentirme en casa, en mi hogar en la ciudad más bonita del mundo.