Después de una época de sequía creativa, ayer, de pronto... tuve la urgente necesidad de escribir, en medio de Sevilla, sin batería en el móvil ni papel y boli a mano. Salí corriendo a la papelería más cercana y allí pude comprar un cuaderno (azul, de rayas, sencillo) y un boli (bic azul, normal, de toda la vida) con los que poder llevar a cabo la necesidad repentina de vaciar lo que llevaba por dentro.
Parece que funcionó.
Y de pronto empezaron a manar palabras y más palabras, sin mucho sentido y casi nada con demasiada calidad, pero sirvió, una vez más, como método canalizador y catarsis para limpiar el dolor que llevaba dentro. Y me siento mejor.
He dejado de arrugar la frente, en un gesto de continua concentración, he relajado por fin los gestos de la cara y la velocidad de mis pasos. La tristeza permanece, pero se ha vuelto llevadera.
Y ahora... ahora ya sólo resta dejar trabajar al tiempo.
Fin.
Parece que funcionó.
Y de pronto empezaron a manar palabras y más palabras, sin mucho sentido y casi nada con demasiada calidad, pero sirvió, una vez más, como método canalizador y catarsis para limpiar el dolor que llevaba dentro. Y me siento mejor.
He dejado de arrugar la frente, en un gesto de continua concentración, he relajado por fin los gestos de la cara y la velocidad de mis pasos. La tristeza permanece, pero se ha vuelto llevadera.
Y ahora... ahora ya sólo resta dejar trabajar al tiempo.
Fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario