jueves, 29 de abril de 2010

Recuerdos de mi infancia...

Ayer, mientras volvía a casa recordé cuando, siendo niña, en los días pegajosos de verano me pasaba las horas muertas en la piscina de casa de mis abuelos. Recuerdo que, por las mañanas, al levantarme, me tomaba un batido fresquito de fresa, directamente en el botellín e iba a bañarme sin perder un momento.
Recuerdo que, al salir de la piscina, ya a mediodía para almorzar y entrar en casa, cegada por el sol iba tanteando los muebles que me encontraba en mi camino mientras sentía, de sopetón, el frescor nada más cruzar la puerta. Recuerdo cómo las piernas se me quedaban pegadas a la silla de skay cuando no convertía la toalla en mi falda temporal. Recuerdo las novelas y las largas siestas y como después de mi bocata de Nocilla (mitad blanca, mitad de avellanas), volvía a bañarme hasta que comenzaba a caer el sol. 
Recuerdo el húmedo calor nocturno que hacía cuando cenábamos fuera y como la brisa, refrescante, traía la fragancia de la dama de noche que había en el arriate junto a la cocina. Recuerdo el sutil zumbido de los mosquitos y los chasquidos que hacían al acercarse a la "estufa de bichos"... Y la impaciencia que me producían los momentos previos, mientras se ponía la mesa, a mi cena favorita de verano (aliño de tomates de la huerta de mi abuelo y berenjenas fritas) que tomaba con el bañador aún húmedo.

Cuántos veranos pasé dejándome mimar. Cuántos recuerdos atesoro en mi corazón y qué suerte tengo de poder recordarlos.



1 comentario:

Mariano dijo...

La infancia, en la mayoría de los casos, siempre es el mejor tiempo y lugar para recordar. Las primeras sensaciones, más fuertes y profundas, el contacto con el mundo y las cosas nuevas... Yo siempre lo recuerdo con nostalgia.