Comienzo el programa de entrenamiento para "Patatas de Sofá" que promete que serás capaz de correr 5kms seguidos en unas nueve semanas. Parece fácil, son sólo 30', tres días a la semana. Y de esos 30', sólo 8' corriendo. Así que el reto no es, en principio, completar el entrenamiento, sino tener constancia durante nueve semanas. Me conozco, es uno de mis puntos débiles, pero esta vez quiero demostrarme que sí, que esta vez sí.
Y me levanto, me pongo un chándal, me recojo el cabello y desayuno sano.
Me pongo los cascos, abro la aplicación y salgo.
Parece fácil. Supongo que lo es. Así que mínimo hasta el tercer día no deberías comenzar a luchar contra la pereza. Los propósitos de año nuevo y todo eso. Realizas tu calentamiento y comienzas. Es fácil. Hasta que salta esa canción que no esperabas en el móvil. Qué inoportuno todo. Ni siquiera recordaba tenerla en este móvil, teniendo en cuenta que lo tengo desde mayo y la canción es de diciembre del año anterior. Y no la reconozco. Así que al menos los primeros segundos sólo es curiosidad, luego sorpresa, luego... Pero empieza a sonar la letra y reconoces esa voz y entonces te fijas, cada palabra, cada silencio y comienzas a encajar significados en los huecos que van quedando entre unas y otros. Porque entonces dejas de escuchar para comenzar a oír. Porque hace algo más de un año, eran sólo palabras que rimaban y no tenía mayor transcendencia porque no podías imaginar la historia que se escondía detrás.
Así que sigues corriendo, andando, corriendo, andando, corriendo en un bucle durante 15'. Y das la vuelta. Te esperan otros 15' con dolor en el pecho. Ya no es tan fácil como parecía, porque los intervalos de andar apenas te dejan tiempo de recuperar el aliento perdido mientras corrías. Pero sabes que puedes y sigues.
Y sigues.
Y sigues.
Y sigues.
Para entonces ya has escuchado cuatro veces la misma canción. Y las palabras martillean en tus sienes. Para cuando dejas de correr la última vez y comienzas a andar, camino de casa, con el dolor latente en tu pecho y las palabras resonando dentro de tu cabeza como si tu cuerpo fuera su caja de resonancia, ya no sabes si el dolor de tu pecho es por haber estado corriendo después de una etapa prolongada de inactividad (que parecía fácil y todo eso) o si es todo aquello que ya no debería estar (y está) haciendo estallar tu corazón.
Y me levanto, me pongo un chándal, me recojo el cabello y desayuno sano.
Me pongo los cascos, abro la aplicación y salgo.
Parece fácil. Supongo que lo es. Así que mínimo hasta el tercer día no deberías comenzar a luchar contra la pereza. Los propósitos de año nuevo y todo eso. Realizas tu calentamiento y comienzas. Es fácil. Hasta que salta esa canción que no esperabas en el móvil. Qué inoportuno todo. Ni siquiera recordaba tenerla en este móvil, teniendo en cuenta que lo tengo desde mayo y la canción es de diciembre del año anterior. Y no la reconozco. Así que al menos los primeros segundos sólo es curiosidad, luego sorpresa, luego... Pero empieza a sonar la letra y reconoces esa voz y entonces te fijas, cada palabra, cada silencio y comienzas a encajar significados en los huecos que van quedando entre unas y otros. Porque entonces dejas de escuchar para comenzar a oír. Porque hace algo más de un año, eran sólo palabras que rimaban y no tenía mayor transcendencia porque no podías imaginar la historia que se escondía detrás.
Así que sigues corriendo, andando, corriendo, andando, corriendo en un bucle durante 15'. Y das la vuelta. Te esperan otros 15' con dolor en el pecho. Ya no es tan fácil como parecía, porque los intervalos de andar apenas te dejan tiempo de recuperar el aliento perdido mientras corrías. Pero sabes que puedes y sigues.
Y sigues.
Y sigues.
Y sigues.
Para entonces ya has escuchado cuatro veces la misma canción. Y las palabras martillean en tus sienes. Para cuando dejas de correr la última vez y comienzas a andar, camino de casa, con el dolor latente en tu pecho y las palabras resonando dentro de tu cabeza como si tu cuerpo fuera su caja de resonancia, ya no sabes si el dolor de tu pecho es por haber estado corriendo después de una etapa prolongada de inactividad (que parecía fácil y todo eso) o si es todo aquello que ya no debería estar (y está) haciendo estallar tu corazón.
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