lunes, 14 de enero de 2013

Mi más preciada posesión

Hoy, hoy quiero escribir.
Lo sé, puedo sentirlo cosquilleando entre los pensamientos y en las huellas dactilares.
Hoy, que quiero escribir no sé qué quiero escribir (o sobre qué)
o quizás sí lo sepa, pero aún no me haya dado cuenta.
Y eso, en este estado, me supone un verdadero problema.

Ahora recuerdo - confieso que lo hago de manera recurrente - el desasosiego que me provocó la lectura de "1984" y la idea que me asaltó al acabar: ¡Qué suerte que es la posesión de todos y cada uno de nuestros pensamientos, de nuestras ideas, de nuestros desvaríos! Una verdadera fortuna esta, y qué de problemas que nos ahorramos con esto, la verdad sea dicha de paso...
¿Os imaginais que la cabeza tuviera una zona transparente con una pantalla LED, donde fueran apareciendo en letras de neón todo lo que se nos ocurriera?

Me gusta ser consciente de ello,
y aún más me gusta la seguridad que me da poder pensar en la oscuridad del intelecto y la pasión,
- recordar a oscuras, imaginar a oscuras -
siendo siempre dueña absoluta de mis pensamientos, con la opción de poderles dar la forma que más me parezca antes de que salgan a la luz o, elegir, con todas sus consecuencias, que queden por siempre en la sombra.

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