Siempre, en algún lugar del mundo, el sol brilla
muchas veces, en Sevilla, muchas otras, en El Cairo
(y muchas, probablemente en lugares que nunca he visitado)
tanto, tanto, que llega a cegar
- como un perro grande y cariñoso, que salta sobre ti y te deja caer hacia atrás-,
y los colores parecen más vivos
convirtiendo la escena en un carnaval improvisado
y el cielo, está mucho más estrellado al caer la noche
qué pena que, como decía aquel post-it en el tablón del restaurante chino
no nos paremos más a menudo, a mirar el cielo.
no nos paremos más a menudo, a mirar el cielo.
A veces ocurre que todo lo que necesitamos
para ver el mundo cómo realmente es
(todo eso del sol brillante, las noches estrelladas, bla bla bla...)
es esa chispa que se enciende
cuando ves esa lucecita al final del túnel
soluciones, no las que esperabas sino las que necesitas
- las que siempre has necesitado, las que siempre has rechazado -,
soluciones, no las que esperabas sino las que necesitas
- las que siempre has necesitado, las que siempre has rechazado -,
o, sencillamente, la que se enciende
cuando tú sonríes.
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