El tiempo que te dedico
no es tiempo perdido, malgastado, pasado de rosca ni olvidado
es tiempo invertido en conocerte más y mejor,
en ir sabiendo cómo y en qué piensas
y qué quisieras y qué detestas.
El tiempo que te dedico es tiempo invertido,
y ni siquiera necesito pasarlo contigo
para ir conociendo más de tus dehesas.
Para ir acumulando datos y teoremas
como el teorema que ibas a contarle al sofá, hace un rato,
para ir sabiendo y descubiendo el efecto
que tu estancia en mi vida... provoca en mi vida,
para ir sabiendo y conociendo cuál es el espacio que utilizas,
qué espacio te anexoras de ese que antes
malgastaba rellenando de caras desconocidas
en un paseo en metro un domingo cualquiera.
Ahora, cuando te pienso, en esos ratitos que te dedico
aunque tú no lo sepas - y quizás sólo intuyas que te echo de menos -
voy contando los días y me voy contando escenas
que inmortalizar contigo uno de estos días,
quizás no ahora, ni mañana y tan ni siquiera en quince días
- porque no estarás, aunque tú digas que sí -.
Quizás en un mes, o dos o cuatro:
buena señal, significa que has decidido quedarte a mi lado.
Y entonces,
en un mes, o dos o cuatro,
cuando nos tomemos un café y yo, de refilón, te mire a los labios,
sabrás - y sobre todo, sabré - que quiero besarte,
tanto o más como lo deseo en este preciso instante,
porque en esos ratitos que te dedico ahora - aunque tú no lo sepas
y sólo intuyas que te echo de menos -
voy conociéndote mejor de lo que quisieras,
voy descifrando mis más complicados teoremas,
voy sabiendo cuándo, cómo y dónde volveré a verte
y voy sabiendo cuándo, quién y qué somos.
Sólo dame tiempo, sólo dame una tregua,
porque quiero seguir invirtiendo en ti mis pensamientos,
para que el día en que vuelva a verte
sea como si nunca nos hubiéramos separado.
no es tiempo perdido, malgastado, pasado de rosca ni olvidado
es tiempo invertido en conocerte más y mejor,
en ir sabiendo cómo y en qué piensas
y qué quisieras y qué detestas.
El tiempo que te dedico es tiempo invertido,
y ni siquiera necesito pasarlo contigo
para ir conociendo más de tus dehesas.
Para ir acumulando datos y teoremas
como el teorema que ibas a contarle al sofá, hace un rato,
para ir sabiendo y descubiendo el efecto
que tu estancia en mi vida... provoca en mi vida,
para ir sabiendo y conociendo cuál es el espacio que utilizas,
qué espacio te anexoras de ese que antes
malgastaba rellenando de caras desconocidas
en un paseo en metro un domingo cualquiera.
Ahora, cuando te pienso, en esos ratitos que te dedico
aunque tú no lo sepas - y quizás sólo intuyas que te echo de menos -
voy contando los días y me voy contando escenas
que inmortalizar contigo uno de estos días,
quizás no ahora, ni mañana y tan ni siquiera en quince días
- porque no estarás, aunque tú digas que sí -.
Quizás en un mes, o dos o cuatro:
buena señal, significa que has decidido quedarte a mi lado.
Y entonces,
en un mes, o dos o cuatro,
cuando nos tomemos un café y yo, de refilón, te mire a los labios,
sabrás - y sobre todo, sabré - que quiero besarte,
tanto o más como lo deseo en este preciso instante,
porque en esos ratitos que te dedico ahora - aunque tú no lo sepas
y sólo intuyas que te echo de menos -
voy conociéndote mejor de lo que quisieras,
voy descifrando mis más complicados teoremas,
voy sabiendo cuándo, cómo y dónde volveré a verte
y voy sabiendo cuándo, quién y qué somos.
Sólo dame tiempo, sólo dame una tregua,
porque quiero seguir invirtiendo en ti mis pensamientos,
para que el día en que vuelva a verte
sea como si nunca nos hubiéramos separado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario