Le tengo un miedo atroz al paso del tiempo, no por envejecer, sino por que llegue el momento en el que me de cuenta que no he sabido vivir, de que no he podido hacer todo lo que habría deseado. Es un pensamiento que me asalta a menudo, pero que normalmente acabo recluyendo en algún rincón de mi subconsciente.
Pero, si hay algo a lo que le temo más que a eso y a más que a cualquier cosa en el mundo, es al olvido. No al dolor, ni a la enfermedad, ni a la muerte... sino al olvido. Y es que, una vez olvidas todo lo que has vivido, es como si hubieras perdido la vida, como si no hubieras vivido en absoluto o, como si antes de morir, ya estuvieras muerto, muerto en la más absoluta soledad, infligida por tu propia consciencia. Una soledad que no es real más que para ti, pero que a fin de cuentas es más que suficiente para que se haga realidad.
Tu vida son tus recuerdos... tú eres tus propios recuerdos
y es tu memoria, tu equipaje en la vida.
Y, atreviéndome a ir un paso más allá, añado que, sin la opción de crear recuerdos nuevos, se pierde la esperanza de "ser". Y desapareces para siempre, dentro de ti.
Y, a día de hoy, añado "quiero conservar mis recuerdos como marcas del viaje que he realizado por mi propia vida, quiero mantenerlos como las lecciones del pasado que me han convertido en quien soy. Quiero mantener mis recuerdos, mi más preciado tesoro, aunque en algún momento puedan hacer daño".
Escrito el 23 de Abril de 2011
Y, a día de hoy, añado "quiero conservar mis recuerdos como marcas del viaje que he realizado por mi propia vida, quiero mantenerlos como las lecciones del pasado que me han convertido en quien soy. Quiero mantener mis recuerdos, mi más preciado tesoro, aunque en algún momento puedan hacer daño".
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