Lo siento,
porque no pude ser fuerte.
Más fuerte.
Tan fuerte
como tú.
Lo siento,
no he sabido racionalizar
la única esperanza que guardaba.
La llama,
que ahora se apaga,
aún tilila intentando sobrevivir.
Lo siento,
por echarte de menos,
cuando no quiero
ni debo
ni es justo.
Lo siento.
Por soñar
con los ojos abiertos.
Y, sobre todo,
por cometer el error
de hacerte formar parte de ellos.
2 noviembre 2012
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