sábado, 24 de enero de 2015

El Hilo Rojo del Destino

No sé por qué, hace un rato me acordé de una leyenda japonesa que leí hace ya algún tiempo.
Así que la he buscado, releído y me ha parecido tan bonita como la primera vez que la leí, no tanto por la historia en sí, sino por el significado tan simbólico que encierra.
En ella, se habla de la creencia de que cada uno de nosotros nacemos con un hilo rojo que nos une irremediablemente a nuestra alma gemela, esa persona con la que estaremos unidos emocionalmente. No importa que este hilo rojo sea invisible, se contraerá y estirará durante ciertos momentos de nuestra vida, pero nunca, nunca, nunca se romperá. Y no importa cómo lo intentemos, al final, acabaremos cruzándonos con la persona que se encuentra al otro lado de nuestro hilo rojo.

La leyenda, de origen chino, decía que había un abuelo en la Luna que unía los meñiques de los bebés al nacer. En otra versión de la misma, se dice que el meñique está unida al corazón mediante la arteria ulnar y por eso, el hilo rojo es la prolongación de esas arterias que unen los corazones de los amados.

"Hace mucho tiempo, un emperador se enteró que una provincia de su reino vivía una bruja muy poderosa que tenía la capacidad de ver el hilo rojo del destino, así que la mandó traer ante él.
Cuando llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y le llevara ante la que habría de ser su esposa. La bruja accedió y comenzó a seguir el hilo hasta ver dónde acababa: en un mercado en donde una campesina pobre, que sostenía un bebé en sus brazos, ofrecía sus productos.
Al llegar donde se encontraba la campesina, la hizo ponerse de pie e invitó al Emperador  a acercarse, diciéndole que ahí era donde acababa su hilo. Éste se enfureció pensando que era una broma de la bruja, empujó a la chica y esta cayó con el bebé en brazos, que se hizo una herida en la frente. Y la bruja acabó siendo detenida y, más tarde, ejecutada.
Muchos años después, llegó el momento de que el emperador se casara y, siguiendo los consejos de su corte, decidió aceptar como esposa a la hija de un general muy poderoso. Cuando llegó el día de la boda, su futura esposa entró al templo vestida con un precioso vestido y su rostro cubierto con un velo que, cuando el emperador levantó, dejó al descubierto una cicatriz muy peculiar en su frente".




"El Hilo Rojo del destino es una leyenda anónima de origen asiático que dice que entre dos o más personas que están destinadas a tener un lazo afectivo, existe un hilo rojo, que viene con ellas desde su nacimiento. El hilo existe independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso, aunque a veces pueda estar más o menos tenso, pero es, siempre, una muestra del vínculo que existe entre ellas."


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