Porque cuando me escribes
- sobre todo cuando sé
la propuesta que encierran tus palabras -,
me obligo a mí misma a dejar el móvil lejos
para no mostrar la evidente debilidad
que me provocas.
Mientras ese mensaje presiona en la distancia
sabiendo que ha de ser leído
- con la soberbia del que sabe
que acabará ganando la batalla -
yo evito ese contacto tactual con la pantalla y sus letras
que son y no son, a la vez,
pero que funcionan como deben a la hora de escribir el eterno
"estoy deseando verte"
que nunca enviaré
- pero que escribo y borro,
escribo y borro,
escribo y borro -.
Espero unos minutos y entonces,
desbloqueo, leo, releo y escribo
con tanta parsimonia que probablemente
incluso tú
pensarás que hay algún atisbo de duda
en la idea de verte.
- sobre todo cuando sé
la propuesta que encierran tus palabras -,
me obligo a mí misma a dejar el móvil lejos
para no mostrar la evidente debilidad
que me provocas.
Mientras ese mensaje presiona en la distancia
sabiendo que ha de ser leído
- con la soberbia del que sabe
que acabará ganando la batalla -
yo evito ese contacto tactual con la pantalla y sus letras
que son y no son, a la vez,
pero que funcionan como deben a la hora de escribir el eterno
"estoy deseando verte"
que nunca enviaré
- pero que escribo y borro,
escribo y borro,
escribo y borro -.
Espero unos minutos y entonces,
desbloqueo, leo, releo y escribo
con tanta parsimonia que probablemente
incluso tú
pensarás que hay algún atisbo de duda
en la idea de verte.
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