Odio ese momento de la mañana en que me levanto,
recordando haber soñado. Pero ¿qué? Ah, esa es otra historia.
Odio ese momento de la mañana en que me levanto,
recordando haber escrito la noche anterior, versos, versos sueltos
en mi memoria, haberlos repetido dos o tres veces,
asegurándome así de recordarlos por la mañana.
Cuando me levantara.
En ese mismo, en ese justo, en ese preciso instante
en que abro los ojos y ya no están.
Odio ese momento de la mañana en que me levanto,
quizás sin haber dormido lo suficiente, quizás habiendo dormido más de lo necesario,
tantear torpemente, con los ojos aún medio cerrados,
la mesilla de noche, al borde del abismo, en busca de un móvil
que parece inerte. Y no hay nada en la pantalla.
O hay muchas cosas, pero ninguna tuya.
O hay muchas cosas, pero ninguna que recuerde a ti.
O hay muchas cosas, pero...
Odio ese momento de la mañana en que me levanto,
y aún no recordando qué he soñado (contigo),
no recordando ese poema memorizado la noche anterior,
no teniendo noticias tuyas en mi recién madrugado día...
no puedo dejar de desear que pasen las horas para verte.
Para estar contigo. Para abrazarte.
Aunque para ti, que no odias ese momento de la mañana en que te levantas -
por que no sueñas conmigo ni me escribes poemas ni esperas noticias mías -
no sea más que otro momento compartido, efímero, banal.
recordando haber soñado. Pero ¿qué? Ah, esa es otra historia.
Odio ese momento de la mañana en que me levanto,
recordando haber escrito la noche anterior, versos, versos sueltos
en mi memoria, haberlos repetido dos o tres veces,
asegurándome así de recordarlos por la mañana.
Cuando me levantara.
En ese mismo, en ese justo, en ese preciso instante
en que abro los ojos y ya no están.
Odio ese momento de la mañana en que me levanto,
quizás sin haber dormido lo suficiente, quizás habiendo dormido más de lo necesario,
tantear torpemente, con los ojos aún medio cerrados,
la mesilla de noche, al borde del abismo, en busca de un móvil
que parece inerte. Y no hay nada en la pantalla.
O hay muchas cosas, pero ninguna tuya.
O hay muchas cosas, pero ninguna que recuerde a ti.
O hay muchas cosas, pero...
Odio ese momento de la mañana en que me levanto,
y aún no recordando qué he soñado (contigo),
no recordando ese poema memorizado la noche anterior,
no teniendo noticias tuyas en mi recién madrugado día...
no puedo dejar de desear que pasen las horas para verte.
Para estar contigo. Para abrazarte.
Aunque para ti, que no odias ese momento de la mañana en que te levantas -
por que no sueñas conmigo ni me escribes poemas ni esperas noticias mías -
no sea más que otro momento compartido, efímero, banal.
(11 de Abril)
1 comentario:
Siento envidia, y siento tristeza, al leer este post.
Aunque es precioso.
Publicar un comentario