sábado, 3 de diciembre de 2011

Preferiría

Cuando era una niña suponía que cuando creciera preferiría la cerveza a la Coca-Cola, las pipas a las esponjitas, una copa a una gran bola de helado (con mucha nata y palitos de chocolate). Cuando era pequeña suponía que en mi veintena, alguien se enamoraría de mí y yo me enamoraría de él. Y, a partir de ahí, supuse muchas, muchas más cosas. Cuando era pequeña suponía que con casi treinta, tendría trabajo... pero no un trabajo cualquiera, sino un trabajo con el que disfrutaría, que me haría feliz.
Cuando era pequeña, eso era para mí "ser mayor". Y, como todo parecía posible, cuando me preguntaban qué quería ser cuando fuera mayor, no me importaba demasiado la respuesta, pues de cualquier manera, la felicidad vendría de la mano. Y fui, paulatinamente, eligiendo oficios de todo tipo, que llenarían de una manera u otra mis inquietudes para con la vida.
Y fui creciendo, y no me di cuenta.
Seguí creciendo hasta hacerme mayor, adulta, envejecer y casi morir.
Y, cuando estaba allí, cuando en cierta manera no podía esperar mucho más de los sueños de mi infancia, pareció como si de pronto un paquete de esponjitas, una buena película o un paseo por el parque fuera todo lo que necesitaba para ser feliz. Y fue cuando me di cuenta, que apenas había crecido algunos años desde mi niñez. Aunque a veces me ponga seria y olvide todo esto.

A mi niña interior,
deseando que viva para siempre. 

No hay comentarios: