Y se me pasará la vida, sin darme cuenta. Y, se me pasará, poquito a poco, disimuladamente y casi a hurtadillas, para que no pueda impedirlo, para que todo sea más fácil. Y, cuando mire atrás, me daré cuenta de que a fin de cuentas, no sólo habrá pasado sin pena ni gloria acumulando años a mi historia, sino que habrán sido empleados en alcanzar una perfección que no existe, un esquema, un sueño, un inalcanzable modelo de vida.
Pero yo, para ser feliz, sólo necesito una manta para cubrirme los pies, siempre fríos,
unas palomitas un domingo por la tarde y agazaparme en el sofá,
un vaso de agua para cuando, en verano, el sol aprieta y tengo los labios secos
o fuegos artificiales una o dos veces al año.
Un poco de chocolate y un abrazo en los días tristes
y algunos rayos de sol que atraviesen mi ventana, supervivientes de la tormenta.
Pero yo, para ser feliz, sólo necesito una manta para cubrirme los pies, siempre fríos,
unas palomitas un domingo por la tarde y agazaparme en el sofá,
un vaso de agua para cuando, en verano, el sol aprieta y tengo los labios secos
o fuegos artificiales una o dos veces al año.
Un poco de chocolate y un abrazo en los días tristes
y algunos rayos de sol que atraviesen mi ventana, supervivientes de la tormenta.
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