lunes, 21 de noviembre de 2011

Fortuna

En días como hoy, en noches como esta, me siento afortunada de tener salud, de tener dos piernas, dos brazos, de tener visión, oídos y voz. Es algo que, ignorantes, tenemos casi todos desde que nacemos y que debido a ello (o a la soberbia de pensar que lo merecemos todo en la vida) no sabemos apreciar. Que pensamos que tendremos siempre, pero que no siempre será así. Soy consciente de mis virtudes pero también de mis defectos, algo que me alegra, porque significa que tengo conciencia de ellos y puedo (y debo) hacer algo para cambiarlos, mejorando cada día (o intentándolo, al menos).

En días como hoy, en noches como esta, me siento afortunada, a secas, porque sé que tengo una cómoda cama en la que dormir - bajo un techo que me resguarda de las inclemencias del tiempo - sabiendo que cuando me levante, voy a tener pan para la tostada y leche para acompañarla. Incluso tendré la suerte de tener comida para almorzar y para cenar. Y, si se me antoja, incluso puedo merendar. Agua corriente, electricidad, internet. Ropa limpia, zapatos, paraguas y guantes. Colonia e incluso algún que otro perfume.

En días como hoy, en noches como esta, me siento afortunada de tener los padres que tengo. Que, a veces, no se entienden, que a veces, no me entienden, pero que a fin de cuentas (y eso es lo que importa), sé que me quieren por cómo soy y tal como soy (que no es poco). Qué me han inculcado desde pequeña valores y morales que me han ayudado a aceptar mis errores, después de aprender la lección (que no han sido pocas). Que me han dado una educación y una formación, gracias a la cual sé leer, sé escribir y tengo cierto nivel de conocimiento.

En días como hoy, en noches como esta, me siento afortunada de tener a los amigos que tengo. Que no siempre están visibles, que no siempre tienen tiempo, que no siempre me comprenden (porque a veces, ni siquiera yo me comprendo), que tienen sus cosillas como todos pero que, a fin de cuentas, estarán ahí cuando los necesite. Y, son poquitos, pero son más que suficientes.

En días como hoy, en noches como esta, me siento afortunada porque he tomado consciente de mi propia fortuna, disfrutando todo lo que poseo cada día. En días como hoy, en noches como esta, sólo deseo mantener lo bueno que tengo en la vida, ser capaz de cambiar aquello que me dañe y dormir cada noche con la conciencia tranquila. Porque a veces la felicidad no radica en sueños imposibles, sino que la tenemos entre nuestras propias manos y dejamos que se escurra, sin disfrutarla, como granos de arena. 


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Texto de la imagen: si tienes comida en el frigorífico, ropas en el armario, un techo sobre tu cabeza y una cama en la que dormir, eres más rico que el 75% de la población mundial. Si tienes dinero en el banco, en tu cartera y algún cambio para gastar, estás entre el 8% de los más ricos del mundo. Si te has despertado esta mañana con más salud que enfermedad, has sido más bendecido que el millón de personas que no sobrevivirán esta semana. Si nunca has experimentado el peligro de la batalla, la agonía del encarcelamiento o tortura o las horribles punzadas del hambre, eres más afortunado que los 500 millones de personas que están vivos y sufren. Si puedes leer este mensaje, eres más afortunado que los tres billones de personas en el mundo que no saben leer.


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Quizás convendría pararnos un momento, pensar en ello y sentirnos afortunados.

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