Es cierto que a veces el subsconciente me engaña. No sé si a traición o para darme algo de tregua. Lo cierto es que pensé que después de diez años, quince, había logrado olvidarte. Lo cierto es que han pasado ya dieciséis años, casi diecisiete y ahí sigues, escondido en la cámara más recóndita que probablemente haya en mi alma. Mi amor platónico. Un amor que parece nunca desvanecerse, aunque se desvanezca, aunque desaparezca, aunque se vaya... es sólo una cortina de humo.
Detrás se esconden los pocos recuerdos a tu lado, por ser tan inaccesible como eres, todas esas horas (días y noche) de espera, en la calle, a la interperie. O en mi habitación, contando los días, para ir a verte. Y a día de hoy puedo controlar mis pensamientos y casi, casi me atrevería a asegurar que aprendí a controlar mis sentimientos pero ¿y mi subconciente? ¿y los sueños que enmascara? O que últimamente ni se molesta en disfrazar, sino que te me muestra tal cual, riéndote, recibiéndome en un lugar al que nunca perteneceré.
Detrás se esconden los pocos recuerdos a tu lado, por ser tan inaccesible como eres, todas esas horas (días y noche) de espera, en la calle, a la interperie. O en mi habitación, contando los días, para ir a verte. Y a día de hoy puedo controlar mis pensamientos y casi, casi me atrevería a asegurar que aprendí a controlar mis sentimientos pero ¿y mi subconciente? ¿y los sueños que enmascara? O que últimamente ni se molesta en disfrazar, sino que te me muestra tal cual, riéndote, recibiéndome en un lugar al que nunca perteneceré.
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