El día está a punto de acabar, un día en el que he recibido decenas de felicitaciones vacías de sentimiento pero también - y esto es lo que me importa - felicitaciones y demostraciones de afecto de gente que realmente me aprecian. Un mensaje de una persona con quien hace años no hablo, pero que aún, cada año recuerda enviarme un mensaje el día de mi cumpleaños. Un desayuno de alguien a quien no le importa madrugar para ir a comprar algo y venir a tomarlo conmigo. Un regalo muy especial que me permitirá disfrutar de la cultura cinematográfica que a veces, tanto echo de menos. Tecnología que me acompañará allá donde vaya. Un bichito que lleva conmigo tres meses y del que me he vuelto casi, casi inseparable. Sorpresas, planes, momentos compartidos y risas que aún están por llegar este fin de semana.
Pero sobre todo, mamá, me quedo con tus esfuerzos por hacerme disfrutar de mi cumpleaños, aún cuando las cosas se han torcido una vez más. Me quedo con tus intentos de hacer todo lo que me gusta (aun cuando tienes cien cosas que preparar para el viaje) para que fuera un día especial. Y lo ha sido. Así que, sin darte cuenta, me has hecho un regalo que no esperabas y del que seguramente, ni siquiera eras consciente. Así que por ello, gracias. Porque como bien sabes, aquí no somos mucho de usar palabras formales, sino de demostrar las cosas a nuestra manera. Así que aquí va la mía, que es de la que mejor me sale, escribiendo.
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