domingo, 13 de mayo de 2012

Dejarte Huella

Comienzo a preguntarme si valió la pena,
los intentos, los planes, aquellos sueños que solía tener.
No, creo que no, que no valió la pena.
Yo, que pasé por tu vida como pasan los sueños,
que proporcionan una felicidad tan efímera
que se olvida al despertar.
Comienzo a pensar que no valió la pena. 
Hubiera preferido ser real, dejar huella, marcarte.
Hubiera preferido ser inolvidable, más por mí que por ti.

Yo, a fin de cuentas, pasé por tu vida como pasa un sueño,
con una felicidad reciclable y fácilmente manejable.
Y te fui efímera y me olvidaste.
Yo, que sólo quería haberte dejado huella,
única muestra relevante de mi existencia.


Porque la intensidad de un sentimiento
no se puede medir ni se podría medir en la intensidad propia
de los momentos de felicidad...
sino que ha de ser medido por la cantidad de días
- y, sobre todo de noches -
que se necesitan para dejar de sobrevivir y comenzar a vivir de verdad. 



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