domingo, 17 de mayo de 2015

Ni Cactus ni Koalas

Dolerá.
Dolerá porque tiene que doler.
Porque, aunque lo parezca, no estamos hechos de escarcha, de corcho, de cartón ni de madera.
Aunque nos recubra el corazón púas y cabello.
Porque la carne, los músculos, la sangre que nos mantienen vivos, todo ello, hace que las caricias, las risas, el alma también se doble - se doblegue - poco a poco sobre sí mismo, cuando el impacto de esos golpes de la vida sobre nosotros, nos hace caer de espaldas y sin respiración. Y entonces, quedamos hechos ovillos de incontrolables cabos sueltos, aunque sólo se vean las púas, aunque sólo se vea el cabello. Porque la oscura caja de Pándora está llena de rayos de sol y los hilos del alma están todo lleno de nudos.
Una gallina de chocolate, una piruleta de colores, un libro a medio leer.
Y yo no quiero que nada me recuerde a ti. Nunca más.
Yo no quiero esa canción (o cualquiera de ellas) cantando en nombre de nuestra historia, de la que nos apropiamos, sin saber cuándo caería el último granito de arena de nuestro reloj.
Enigma tristemente resuelto.

Sólo espero que recuerdes que los agujeros del alma no se tapan con tiritas.
Que los 'lo siento' no hablan más alto que las acciones.
Que ni tú y yo, felices, nunca más.
Que ni agendas ni aniversarios, ni Cactus ni Koalas, ni más risas secuestradas.


No hay comentarios: