Cierro los ojos. Respiro profundamente. Sigo con los ojos cerrados, mientras escribo esto. Me aprovecho de mi habilidad de conocer la situación exacta de cada letra de este teclado. Igualmente me gustaría poder presumir de conocer la situación exacta de cada lunar de tu cuerpo, de cada cicatriz, de cada marca en tu piel. Pero no puedo.
Con los ojos cerrados, todo parece mucho más fácil. Más de cobardes, sí, pero más fácil. Así no tenemos que enfrentarnos a la luz que entra por la ventana, a alguna hormiga que cruza a su paso la habitación, ni a darte cuenta que te encuentras en un lugar que no te permite hacer lo que más necesitas en este instante.
Ojos cerrados. La música relajante y repetitiva de Ommwritter se mantiene sonando... (abro los ojos, miro lo que escribo, nada parece tener sentido). Ahora, vuelven a caer, todo parece más fácil así, podemos entonces simular que estamos dormidos, que todo esto no es más que un sueño... un mal sueño... una pesadilla... de la que hemos de despertar, quién sabe si con un mensaje tuyo de buenos días.
Vaya, esto parece estar quedándose sin batería. Casi casi igual que mi propio corazón. Habrá que cambiarle las pilas. O dejar que agotada, descanse toda la noche, por una vez - por primera vez - en mucho tiempo.
Tanto tiempo, como el que llevo sin ti.
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