Una vida cabe, dicen, en un instante. Yo creo que una vida sólo cabe en una vida.
Sin embargo, ya han pasado 365 días a tu lado, un año entero (o 377, según como se plantee la cuestión) en cuya intensidad cabría casi casi una vida entera. Porque en doce meses puedo recordar mil experiencias diferentes, muchas malas, muchísimas buenas y muchos ratitos que, si bien sólo existieron para acolchar las despedidas y desear los regresos, no pueden no ser tomados en cuenta. Sé que podría recordar al menos un momento bueno y uno malo en cada uno de los doce meses, que parecen muchos más, porque hemos sabido (porque hemos querido) exprimir cada día y vernos aunque estuviéramos cansados, hiciera demasiado frío, demasiado calor o, de nuevo, demasiado frío.
Hemos superado pruebas difíciles, algunas externas al "nosotros" y otras que explotaron desde el interior, tan dentro que a punto estuvo de hacer añicos la posibilidad de un futuro juntos. Pero no lo hicieron. Y aquí seguimos.
Pasaron, todas y cada una de ellas, las buenas, las malas, dejando hueco en el presente para las nuevas que habrían de llegar y que no podrían llegar de ninguna otra manera. Dejando hueco para nuestra interminable lista de cosas que aún nos quedan por hacer, sitios donde ir, lugares donde comer. Y no puedo elegir ninguno, porque sería tan inútil como intentar encontrar una aguja en un pajar pero entre tantos otros, me quedo con aquella noche en el Corner's, con tu mano buscando la mía cuando conduces, con nuestras lucecitas de la ciudad, las mariquitas de chocolate y las maratones de cine, los ratitos de Magic, las sorpresas y los planes (tú y yo sabemos cuáles).
Así que este 2014, que casi nació con nuestra historia y acaba con nuestro primer aniversario, testigo de una vida reducida a sus doce meses de historias, se marcha, pero nosotros nos quedamos, a esperar ver llegar los 730 días, a esperar ver llegar la vida que sólo cabe en una vida.
1 comentario:
Y una vida no cabe en un instante. Tú vida, mi vida, nuestra vida (juntos) es un compendio de instantes maravillosos. Dormir juntos en el suelo de un hospital (y en el sofa), maratones de cine (pocos),viajes a Huelva... Muchos instantes, pero pocos para los que nos quedan. Porque ya te lo dije: tú eres mi kharma y mi calma. Eres la música que amanza mi fiera. Fíjate si la naturaleza es caprichosa: un koala abrazando un cactus.
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