Soplar pestañas caídas,
pedir deseos a una estrella fugaz
o a las velas de una tarta de cumpleaños.
Encender velas y dejar que se consuman,
y antes, escribir tu nombre y el mío en ellas.
Nada de eso va a traerte de vuelta
- y lo sé- pero ¿sabes que?
Que no puedo arriesgarme
a desaprovechar la mínima probabilidad estadística
o a colapsar la esperanza que me quede,
arrojándola por la borda.
pedir deseos a una estrella fugaz
o a las velas de una tarta de cumpleaños.
Encender velas y dejar que se consuman,
y antes, escribir tu nombre y el mío en ellas.
Nada de eso va a traerte de vuelta
- y lo sé- pero ¿sabes que?
Que no puedo arriesgarme
a desaprovechar la mínima probabilidad estadística
o a colapsar la esperanza que me quede,
arrojándola por la borda.
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