Aunque apenas te conozco, aún, conozco ya muchas cosas de ti. Puedo esbozar el esqueleto de tus gustos y esas cosillas que te sacan de quicio. Y puedo dibujar en mi memoria tu cuerpo dormido, tus párpados caídos, tu cabeza descansando en mi regazo. Pero sobre todo, pienso y me concentro en esa sensación de vulnerabilidad cuando dejaste caer los muros y te dormiste frente a mí, junto a mí, mientras mis yemas recorrían tu cabello.
De pronto, conozco cosas de tu pasado y de tu futuro más inmediato que decidiste compartir conmigo. No sé a dónde lleva todo esto, pero sé que si te vas, te echaré de menos. Sé que si he de decirte adiós, como otras tantas veces he hecho con otras tantas personas, dejarás el hueco. Pero te habré conocido y eso ya nadie puede cambiarlo.
Caen mis párpados y veo esa sonrisa perfecta, en tus labios. Y entonces, ya no puedo pensar en nada más que en ti.
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