Vaya... hace tanto que no escribo... hace tanto que no siento.
Y es que, en días como hoy me doy cuenta de que quiero (necesito) escribir, aunque no tenga nada que decir. Aunque aparentemente ni mi vida ni yo hayamos cambiado en los últimos tres meses, he tenido mucho tiempo para pensar y he llegado a varias conclusiones, entre ellas la de que este blog es lo único que deja constancia de lo que pienso, de lo que siento y lo que vivo. La verdad es que nunca se me ha dado bien expresar lo que siento al 100%, exceptuando la escritura. Así, pues, siendo mi blog -y a veces, algún diario que siempre acaba en algún cajón por tedio- el único que me entiende, no sería justo -ni para él, ni para mí- dejar de escribir.
Llevo días pensando en que el estado de letargo que me acompaña, hace ya demasiado, debería comenzar a despejarse y dejarme ver, de nuevo, el cielo azul, las estrellas o incluso los días de lluvia que pronto llegarán. Y a veces, ver las cosas escritas hace que todo parezca más real (incluso una vez oí que "una mentira repetida muchas veces se convierte en una verdad", lo que explicaría muchas cosas).
Alguien me está ayudando a darme cuenta que hay fantasmas que hay que dejar en el pasado, pues si se arrastran conjunto con el alma, acabarán por ser lastres que te anclarán en algo que ya no existe, harán enfermar el alma y a la larga, te volverán el alma oscura. Es hora de empezar a vivir de nuevo... después de tanto, tanto tiempo.
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