Cuando casi rozo mi certificado que certifique que me he convertido en Licenciada, me asaltan las dudas. No me da miedo el futuro, no me trastornan las opciones ni las elecciones que tendré que afrontar. No sé si podré conseguir el trabajo con el que sueño o si seguiría siéndolo, si lo consigo.
Me asaltan dudas durante el día y por la noche, sueños que preferiría no soñar pues de nada sirve remover el pasado. Me asaltan dudas de toda índole, a todos los niveles de mi vida: dudas que preferiría no tener, dudas que querría silenciar y dejar atrás.

No sé qué haré, por qué opción me decantaré o si simplemente tendré que tomar lo que venga. Me preocupa conformarme, elegir la opción B por miedo a perderla ambas. Me pregunto cuál será la decisión final y a dónde me llevará ese camino. Me pregunto si, de hecho, tendré dos opciones. Tres... Cuatro... Cinco. O ninguna.